jueves, 9 de julio de 2009

"Mi Anécdota Tuneada"


Todo comenzó en julio del año anterior, decidimos armar un viaje entre amigos, y como siempre, Montañita fue el destino que todos volvimos a elegir. A la llegada del viaje, no teníamos lugar para hospedarnos, así que empezamos a buscar algún hostal para poder descansar; buscábamos un lugar con cuartos separados, claro que si en algún lugar nos decían que el cuarto tenía un costo mucho más alto de lo que buscábamos, nos íbamos. Cuando por fin encontramos un lugar que ofrecía ambos cuartos, algunos de los que fueron en el viaje no quisieron hospedarse en ese lugar y pagar más de lo que habíamos acordado, así que pensamos regresar por último a ese hostal, en caso de no encontrar nada, y así fue, pasamos por todos los hostales aquel día y como no encontramos ninguno de acuerdo a lo que pedíamos, tuvimos que regresar al primero que quisimos ir, claro que al llegar, la chica que nos atendió nos dijo que minutos antes se había llenado el hostal y no había ningun cuarto disponible.

Horas después de buscar y buscar dónde nos quedaríamos, finalmente encontramos un hostal, claro que nos tocó hospedarnos por separado; y como la noche estaba por llegar, decidimos empezar a arreglarnos para salir temprano y ver que haríamos esa noche; no hace falta describir el cuarto donde nos hospedamos, basta con contar que aquella noche fue una noche inolvidable. Una vez que una de mis amigas entró a bañarse, nos dimos cuenta que la luz se había ido, al principio nos molestó porque ya empezaba a anochecer y necesitabamos luz, pero bueno; no había necesidad de luz para bañarnos en agua caliente, aunque agua definitivamente ¡sí!, ella estaba en la ducha y el agua como por arte de magia se le acabó, me pidió que le compara un bidón de agua para terminar de bañarse y una vela para poder subir las gradas en la noche, ya no teníamos ni luz ni agua en ese momento, nos sentíamos "completas".

Cuando terminó de bañarse mi amiga, entré yo, y como por arte de magia el agua regresó, no podía creer la mala suerte de mi amiga y la coincidencia que además del agua, la luz también volvió. Para colmo, esa noche mi amiga perdió la cámara y su celular, buscamos por todos lados, y nos perdimos el concierto al que fuimos, no pudimos disfrutar nada de nada, pasamos buscando y preguntando toda la noche si alguien había visto alguna de las cosas que perdió; y como si fuera poco, al siguiente día como nos despertamos demasiado tarde, nos tocó pagar otra noche de hospedaje.

Cuando estábamos por regresar a Guayaquil, uno de mis amigos nos preguntó si alguno de nosotros había dejado un celular y una cámara pequeña en el auto, en ese momento nos regresamos ver con cara de espanto y con iras, y aunque mi amiga no se daba cuenta y ni por enterada de que aquello era suyo, tratamos de no ahorcarla, y tan solo le devolvimos con paciencia lo que había dejado ahí la noche anterior.

A pesar de todos los malos ratos que pasamos, ver el atardecer de aquel día en la playa, la compañía de tus amigos, la tranquilidad del mar, y hasta la risa que nos provoca hoy en día todo lo que nos pasó en ese viaje, hace que este viaje haya valido la pena; aunque debo admitir algo, esta chica a la que llamo "mi amiga", no fue a quien le sucedió realmente lo que les relaté, sino a mí. Ahora entenderán todo, y aunque siempre cuente esta anécdota como la de una amiga, sabrán que realmente es mía; la verdad es que a pesar de lo que pasó en aquel viaje, lo volvería a vivir una y otra vez, fue una noche inolvidable en todo el sentido de la palabra.